«El fútbol es una guerra deportiva, hay que ganar para vivir en paz»

El profesor de educación física Alejandro Valenzuela charló en la mañana de Otra Cabeza sobre sus experiencias, desde los inicios como jugador en el interior hasta su enorme cantidad de años en el profesionalismo. Con una muy particular manera de expresarse, motivador nato y querido por los jugadores, estas frases dejó en 2 de Punta:

«No era motivador o líder en la Escuela, en el barrio sí y en el club también. Era el capitán y me hice por mi tía coser un brazalete, no me lo sacaba nadie. Me defendía siempre mi hermano mayor porque sacaban número para pegarme, dormía con la pelota e iba a estudiar con un short abajo por si se armaba partido. El mejor regalo para un niño es una pelota. El uruguayo no le pega al rival, patea tan fuerte que va el pase y el rival incluido. El jugador uruguayo se ata los zapatos con sus propias venas, juegan sin cordones. Se inventaron mil máquinas y cosas pero no hay ningún método más recuperador que el sueño, dormir en un lugar con oscuridad total. Formativas es para formar, en primera ya es otra cosa y hay que darle importancia al resultado. El profe uruguayo se adapta en cualquier lado y a cualquier cosa. El León es el rey de la selva porque no subestima a nadie».

«Después de grande aprendí a perder. Quedo cansado después de los partidos como un jugador por como lo vivo. Compraba los diarios cuando perdía y no cuando ganaba, las críticas me fortalecían. Después de una goleada en contra con la selección en Colombia pasé casi tres días sin dormir. Por suerte traté a todo el mundo bien en la subida, porque es la misma gente que voy a agarrar ahora en bajada. Estoy disfrutando mucho más de cosas que antes no disfrutaba, una derrota ahora la dejo antes de llegar a casa. Invertí en aprender siempre con las mismas ganas y no tengo vergüenza de decir que hay algo que no se. Aprendo de los errores. Siempre los profes nos tenemos que adaptar a las máquinas y todo lo nuevo. No quiero ser elegido el mejor profe, prefiero ser el peor y salir campeón. Cada profe tiene su metodología».

«Nosotros no jugamos al fútbol, lo peleamos. Para mí el fútbol profesional no es un juego, yo nunca me divertí con el fútbol. La esencia es que son dos equipos luchando por el balón, es una guerra deportiva, hay que ganar para vivir en paz. No en todos lados se vive igual. Hablo apurado el español y el inglés es aprendido, igual así los motivo y los convenzo. Nosotros nos tenemos que adaptar al grupo, soy amigo del futbolista y lo defiendo y defendí aunque me cueste un choque con el entrenador al que le soy fiel. Entré a vestuarios y a habitaciones de jugadores, Paolo Montero siempre me decía que pase, que era uno más de ellos y que sabían cómo soy. Vivo por y para los jugadores, lo hago de forma natural, siempre le digo a mi señora que en mi lápida quiero que diga amó a su familia y a los jugadores. Nunca le voy a fallar a un jugador».

«Tuve una carrera en la que nunca trabajé en mi vida, hago algo que me fascina y todavía me pagan por eso, tuve mucha suerte y mojones importantes como trabajar con Petrović en Peñarol. Aspiraba a jugar como todos, siempre dije que sería profesor de educación física. Estaba en Racing de Durazno, en Montevideo me llevaron a probar a Nacional y anduve bien, el puro Beninca fue el que me hizo dejar, jugábamos en el mismo puesto y dije este juega mucho más que yo, no iba a perder la carrera que me estaban ayudando mis padres. Después de recibirme jugué en Cerro y en Sud América, también en Atlanta de Pando, en la selección de Canelones del Este y en Libertad de Dolores, en este último equipo fuimos campeones departamentales y metí el gol del título en la final. Renuncié como jugador a una selección para ir a trabajar al combinado de Lavalleja como profe».

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